sábado, 25 de mayo de 2013

Etapas pasajeras.

Todo en esta vida es aplicable a los típicos vaqueros viejos. Esos que te encantan, pero que tu madre está deseando que te despistes para tirártelos. Esos que cuando te los pones todos tus amigos te preguntan ¿todavía los tienes? y a ti poco te importa, porque te encantan y te hacen un culo de muerte y piensas que hasta que no se desintegren no dejarás de ponértelos jamás, por muy desgastados que estén.

Hasta que un día pases por una tienda y veas otros que te llaman la atención, que te vuelvan loca, que te los pruebes y te queden como un guante; que es como si estuviesen hechos para ti, totalmente a medida; que te enamoran y piensas que los puedes llevar a todos lados. Y de repente, así como si nada, tú también empezarás a ver tus viejos vaqueros como los demás.

Al principio te costará, y no querrás aceptarlo porque te traen muy buenos recuerdos, además, ya estás hecha a ellos y son realmente cómodos y claro, como no, les tienes cariño. Pero finalmente, un día darás el paso y casi sin darte cuenta los habrás cambiado por los nuevos, que durarán lo que tengan que durar. Lo mismo se te rompe la cremallera a las tres semanas, o peor se te destiñen con el primer lavado, nunca se sabe. Tal vez, después de ellos, puede que lleguen otros que te dejen sin aliento y vuelvas a perder la cabeza sin sentido. O quizás no, y te des cuenta que esos son los definitivos, de los que jamás querrás deshacerte, porque sabes que se llevarán todas las temporadas de tu vida, ¿no sé si me explico?. 


Besitos folclóricos.

2 comentarios:

  1. Y la chispa de la vida reside en no saber si los vaqueros que llevas puestos hoy son sólo para esta temporada o si te acompañarán en todas tus batallas.

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